Después del día de la inauguración, cuando el ruido y los nervios cedieron, nos dedicamos a Takada, su mujer y sus amigos. Habíamos preparado una excursión a Madrid, con visitas intermedias. Como es un gran trabajador aprovechaba cualquier ocasión para hablar de productos, sobre todo de ideas sobre nuevos productos que tenía in mente para el futuro. Aprendimos mucho. Como también es un gran disfrutador de la vida nos lo pasamos muy bien.
Viajamos a Madrid en autobús, con parada en Segovia, cochinillo en casa Claudio. Unos día más tarde nos enteramos de la impresión que produjo en las mujeres cuando sirvieron los cochinillos, enteros, en las bandejas de barro, les parecieron bebes. Qué horror. Pero se lo comieron y bebieron todo, los días con ellos una delicia, a Takada le gusta todo, desde hablar de válvulas en el desayuno a apreciar museos, paseos, comidas y tablaos. Tiene una curiosidad inmensa que le hace interesarse por todo.
Nuestra recepción fue muy cálida, nosotros lo hicimos normalmente, pero no era habitual en Europa. Incluso les pagamos todos los hoteles y restaurantes, salvo uno, la víspera de marchar, en un japonés, en el que Takagi san, un amigo de Takada, hizo cuestión de honor, además, por primera vez, podía hablar con el jefe de sala en su lengua.
Seguramente por eso nos invitó a ir a Japón y cuando llegamos nos agasajó de forma especial. Nos contrató el viaje a Kioto, con billetes de tren, hotel. Cuando llegamos a la estación un chofer/guía, con guantes y gorra de plato se puso a nuestra disposición. Atención tampoco habitual en los protocolos de SMC. Takada siempre ha recordado sus estancias en España, tiene una memoria excepcional, y siempre menciona lo bien que se lo pasó y lo remacha con algún detalle de la visita, ¡¡¡que memoria la suya!!!