Sin ser un experto en surf sé que los surferos sueñan con coger una ola buena, una ola larga y potente que les permita recorrer una gran distancia mientras la ola va rompiendo y formando tubos, como si quisiera descabalgar al surfista.
Coger esa ola majestuosa parece una cuestión de suerte, todas las olas, antes de empezar a romper, parecen semejantes. Pero el surfista sabe que no es sólo una cuestión de azar, con paciencia encomiable avanza mar adentro sobre la tabla y allí espera tratando de adivinar cuál puede ser la ola buena. Lo intenta, sabiendo que un intento fallido implica volver a empezar, algunos días puede que no coja ninguna ola digna de su esfuerzo, pero lo sigue intentando una y otra vez, y un día tras otro. Hasta el punto de que ser surfero es un estilo de vida.