Al inicio de este blog mencione el papel de Martin, el primer empleado de SMC en Europa y el promotor/fundador de todas las SMC´s de Europa occidental y algunas de las otras. También de SMC España, S.A., todo un profesional y un caballero. Aprendimos mucho de el durante el poco tiempo que nos acompañó, hasta su jubilación en 1993. Cuando no dominaba un asunto, o cuando había un conflicto de intereses, se apoyaba en sus principios y valores, así acertaba repetidamente en sus decisiones, que eran muchas en aquella época. Tiendo a pensar que, sin él, el avance de SMC hubiese sido más lento y menos certero.
Había comprado, unos 25 años antes, una casa en Catalunya,cerca de Banyoles, podríamos decir que perdida en un bosque. Era su refugio vacacional y su reposo después de los innumerables viajes que en su condición de responsable Europeo y miembro del Consejo de la Corporación, tenia quehacer. Los fundadores de SMC hemos visitado su casa varias veces. Cuando se jubiló, hace 25 años, se mudó a su hogar catalán. Vendió su casa de las cercanías de Zúrich, y con su mujer se dedicaron a cuidarse y disfrutar de sus actividades.Una de las más relevantes, mantener y mejorar su casa, convirtiéndola en una casa altamente eficiente desee el punto de vista energético y de sostenibilidad. Un ejemplo del que aprendieron los arquitectos y otros gremios que todavía no estaban al tanto de los avances europeos en este campo. Era para el un orgullo.También se relacionaron con sus vecinos y jugaban varios días a la semana al tenis en el club de Banyoles. Nos contaba que se integró en la cultura local. Aprendieron castellano, en el que se expresan perfectamente y entendían catalán, pues varios de sus compañeros de tenis les hablaban en ese idioma. Estaban muy contentos y durante, al menos 20 años, estaban encantados de su decisión de cambiar de país. En los últimos 4 o 5 años, empezaron a sentirse menos cómodos, en paralelo con el avance del “procés” sentían mas y más presión, por el idioma que usaban y por el hecho de ser “extranjeros”. A pesar de lo que aportaron a su comunidad en varios aspectos.
Este otoño se han vuelto a Suiza, después de malvender su casa. Al menos les queda la satisfacción de que los compradores, una familia catalana, ha apreciado tanto la casa como los alrededores, un autentico bosque al que dedicaron tiempo y cariño. Les han prometido que van a respetar sus ideas sobre sostenibilidad de toda la finca.

No es la primera vez que tienen que cambiar de país en su vida. Ya lo hicieron de jóvenes, saliendo, por razones de la segunda guerra mundial, de su Austria natal para emigrar a Suiza. Lo volvieron a hacer al jubilarse, todavía jóvenes, para residir en su querido rincón de Girona. Ahora,superados ya los ochenta años, han considerado que no podían seguir asistiendo al cambio social y político del que eran testigos de primera línea. Se sentían extraños y con serias dudas sobre su futuro en el nuevo marco que se iba produciendo gradualmente.
Seguro que su decisión ha sido meditada y que para tomarla han evaluado pros y contras; y, recurrido a sus principios y valores para tomarla.Están muy satisfechos de los años que han pasado aquí, disfrutando de las cosas buenas que tenemos, y que a veces no apreciamos, incluso comparándolas con las de Suiza. No se lamentan de nada, han encontrado un apartamento en Suiza que les ha gustado. Seguirán mirando hacia adelante, aunque en algún frío atardecer añoren la suave brisa entre mediterránea y pirenaica.