Algunos lectores me recuerdan que me he olvidado de un tema clave en los inicios de SMC, la introducción de un almacén automático, especialmente porque me asignan su paternidad.
Siendo, en buena medida, una empresa de distribución, la logística y el almacenaje fueron siempre foco de atención. Dedico este apartado a este tema.
Ya mencioné que en un principio había almacenes en cuatro puntos de la península, el central de Vitoria, más los de Sabadell, Madrid y Oporto; incluso alguno más esporádico en otros puntos. Viniendo de tiempos de carencia, el almacén cercano servía para cumplir con las exigencias de clientes y, sobre todo, para que la fuerza de ventas se sintiera respaldada ante sus clientes.
La logística desempeño una parte importante en el reconocimiento de la apuesta de SMC. En los albores del despegue ya se pusieron las bases para gestionarla de la forma más eficiente posible. Todavía hoy la Corporación tiene problemas en este campo y se está planteando una gestión que se asemeja mucho a la que iniciamos ya en 1990; y que, con todos los problemas generados por un crecimiento exponencial y por una gama de productos inmensa y sujeta a permanente innovación y cambio, sirvió siempre a los intereses de la empresa y aguanto todos los “estirones” de crecimiento que, afortunadamente, experimentamos. Claro que siempre retumbará el ruido de un cliente, o mejor un vendedor, por el producto x que tardó en llegar xx días.


En el proceso de gestión automatizada también se trató del propio almacén. Después de la época de la calle Arana, con almacén en estanterías tradicionales, al llegar a Jundiz se puso en marcha una primera solución basada en un sistema de los conocidos como Pater Noster, de almacenamiento vertical en bandejas que rotan y que presentan aquella que es requerida por el sistema automático, integrado o no, con el software de gestión. El sistema se llamaba Modula, de una empresa italiana. Fue el bautismo de la automatización que se iría a desarrollar con el llamado Almacén Automático, que fue una joya de la corona de SMC en nuestro mercado. Partiendo de la experiencia de nuestros hermanos suizos y de la mano de Ulma, cooperativa oñatiarra, expertos en gestión logística, adoptamos una solución, de una empresa japonesa Daifuku, que si no recuerdo mal llegó a tener 11.000 gavetas, en algunas de las cuales podría haber hasta 8 productos. Tenía 10 metros de altura, 40 de largo. Desde el punto de vista técnico supuso un avance que causó admiración, de hecho, era una de las paradas obligatorias para todos los que nos visitaban.
El almacén automático, y la logística que lo soportaban rompieron moldes en el mercado de la neumática en la península ibérica. Los plazos de entrega, hasta entonces dilatados, pasaron a contarse en horas, no en días. Esto nos otorgó una ventaja en el mercado y obligó a los competidores a resituarse, con el consiguiente incremento de la inversión. Disfrutamos de esa ventaja durante cierto tiempo, porque la competencia nunca es manca, pero fue también uno de los pilares de nuestro crecimiento.

La “jubilación” del almacén automático, casi veinte años después de su puesta en marcha, fue un pequeño trauma para los que lo alumbramos y disfrutamos. Pero un paso acorde con los nuevos tiempos, en los que contamos con un almacén central europeo, en Amberes, que nos permite reducir nuestros inventarios y mejorar nuestros plazos de entrega. Sin embargo, todavía añoramos algunas de las ventajas inherentes a aquel almacén automático, del que ya sólo queda la altura del pabellón que lo alojó.